La esperanza de gloria.


La palabra "esperanza" es única, de origen cristiano; es un lado del triángulo cristiano: Fe,  Esperanza y Amor.
Reaparece en forma recurrente unas 54 veces en el Nuevo Testamento.


Tenemos la esperanza de la resurrección.     

La palabra "esperanza" señala a Jesús como el origen y la fuente de la verdadera esperanza. Sin él no hay esperanza. Por medio de Cristo. "La esperanza de gloria", el cristiano contempla confiadamente el futuro. Desde que la promesa  fue dada en  Génesis  3:  15,  Cristo ha sido la esperanza de todos los verdaderos creyentes.

La designación apostólica,  " Cristo en vosotros, la esperanza de gloria "
, vincula el futuro de gloria a la presente realidad de la presencia interna de Cristo en la vida del cristiano.

Todo el cielo se pone al servicio de los que se acercan a Cristo en procura de la vida eterna, sometiéndosele como los que han entregado todo a Dios.
Dios requiere que sus siervos se coloquen bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel, (Dios con nosotros),  esforzándose con el poder de Dios para los principios de la verdad puros e intactos. 

Nunca deben apartarse de la senda de abnegación y humildad que debe seguir el verdadero cristiano.
Cuando así cooperan con Dios, Cristo se forma en ellos 
la esperanza de gloria "    Colosenses  1:  27 
Revestidos de su humildad y mansedumbre, hallan su mayor gozo en su servicio. Las ambiciones terrenales ceden paso a un deseo de servir al Maestro.

La formación del carácter debe proseguir día tras día, hora tras hora. La obra interna del Espíritu Santo se revela externamente en la aparición del fruto, en su madurez y perfección para la gloria de Dios. 

La vida interior habla en la acción exterior, en la producción de ricos frutos. Esto se muestra en las alabanzas de Aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.
Si el Señor Jesús,  la esperanza de gloria, se forma adentro, la vida será rica en buenas obras, correspondiendo con la verdad que profesan creer

Esta presencia es una prueba cierta de que el poder de la gracia divina actúa sin cesar en la transformación del carácter a la semejanza de Cristo. Esta presencia permanente de Cristo da significado y realidad a la vida.
Por medio de la presencia interna de Cristo, el cristiano vive ahora en el reino de la gracia, y fortalece en su búsqueda del futuro reino de gloria. este llega a ser una inminente realidad y una gozosa anticipación cuando Cristo permanece continuamente en nuestros corazones.
Cuando nos demos cuenta de que nuestra esperanza de gloria es  Cristo,  de que estamos completos en él, nos regocijaremos con un gozo inexpresable y  lleno  de gloria.
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